Durante la Guerra Fría, muchos lectores occidentales percibieron Mordor como una metáfora de la URSS. El propio Tolkien, contrario a cualquier analogía simplista o alusión política directa, no aceptó esta interpretación. El autor recordó a sus lectores que, inicialmente, Sauron vivía en el norte y solo más tarde se trasladó al este, más allá de las cordilleras, donde se sentía seguro.