El análisis de un pedazo de corteza de abedul revela el retrato de una joven cazadora-recolectora de pelo oscuro y ojos claros. Aquel día había comido pato y avellanas. Luego se sentó al borde de un lago en la actual isla de Lollund, al sur de Dinamarca, poco profundo y salobre, y tal vez se dispuso a hacer una herramienta, o tal vez tenía dolor de muelas o, simplemente, jugaba. Fuera cual fuera el motivo, se metió un pedazo de corteza de abedul en la boca, la mascó durante un rato y, entonces, la tiró al agua.