Cuando humanos, animales o máquinas se mueven, siempre ejerce presión contra algo, ya sea suelo, aire o agua. Los físicos creían que esto era una constante, siguiendo la ley del impulso de conservación. Ahora, investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia han demostrado lo contrario: cuando existen cuerpos en espacios curvos, resulta que, de hecho, pueden moverse sin empujar contra algo.