Todas estas medidas permitirían volver a tener una planificación de la política energética digna de tal nombre, basada en la eficiencia, que permitiese el ahorro, generase empleo y el cumplimiento de los escenarios a largo plazo de la UE, la OCDE, la International Energy Agency y los informes del IPPC, reduciendo las emisiones de CO2, además de potenciar las energías renovables, que nadie duda que son el futuro.