La figura política de Rodríguez Zapatero, un gran presidente que tuvo la desgracia de topar de bruces con la crisis económica 2008-2014 y de verse obligado a plegarse a los imperativos de la globalización que, por la vía del G-20 y de la Unión Europea, marcaban los rumbos de una austeridad irracional y destructiva, ha mejorado con los años, como los buenos vinos. Zapatero revitalizó al PSOE, desgastado por una etapa de poder en condiciones singulares, y recuperó para él el papel redistributivo y social de la izquierda.