Su ejecución causó un gran escándalo en toda Europa, ya que la gente no podía creer que España fuese un país tan retrogrado. Aquí, en cambio, no hubo escándalo porque la censura hizo que poca gente se enterase. Eso sí, probablemente por ese escándalo internacional, Ripoll tiene el honor de ser el último condenado a muerte por un tribunal eclesiástico en la historia de España.