Es fácil ser antitaurino, es fácil oponerse a la caza y es fácil estar en contra de vestir pieles. Son posiciones que no implican prácticamente ninguna renuncia ni incomodidad. El salto que implica un verdadero cambio en tu patrón es dejar de comer animales. Eso sí cuesta. No vestir pieles no implica una renuncia, dejar de comer animales sí.

Alexander Bastrykin, jefe del Comité de Investigación de Rusia, anuncia que ya ha "cazado" a 30.000 inmigrantes que recibieron la ciudadanía rusa y no estaban registrados en las listas del ejército

Desde 1999, la tribu Makah no sube a una canoa de cedro frente a la costa de Washington para arponear a una ballena gris (Eschrichtius robustus), arrastrando su cuerpo a la costa para celebración y ceremonia. Incluso esa cacería, controvertida entonces, fue su primera en más de 7 décadas. Eso está a punto de cambiar. La agencia NOAA les otorgó una exención de la Ley de Protección de Mamíferos Marinos. "Un éxito cultural e histórico de toda la comunidad", afirmó el jefe de la tribu. Pero hay quienes se oponen y planean seguir luchando.

Tras la prohibición de caza en los Parques Nacionales, desde Ecologistas en Acción y SEO/BirdLife han denunciado el fracaso reproductor de morito común y garza imperial en el Parque Nacional de Doñana Doñana por los jabalíes de dicho entorno natural. La Federación Andaluza de Caza se ha pronunciado a través de sus redes sociales: "Los mismos que lucharon para conseguir la prohibición de la caza en los parques nacionales, ahora sufren las consecuencias. Este es el resultado de poner ideología y dogmas de fe por encima de la conservación."

En el caso del marfil de elefante y del cuerno de rinoceronte, esfuerzos coordinados parecen empezar a dar frutos, destaca el Informe Mundial sobre Crímenes contra la Vida Silvestre, de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD). Los elefantes abatidos por furtivos superaron en 2011 o 2012 los muertos por otras causas, pero en 2021 se registraron 260 elefantes abatidos y más de mil por otras causas. De 2016 a 2018 el comercio ilícito de marfil de elefante ingresó 400 millones de $ anuales, el de cuerno de rinoceronte 230 millones.