En enero, su novia acudió a la iglesia de Santa María Micaela, en Melilla, para contar que tenía una relación con el párroco y que había descubierto algo que podía ser delictivo. La decisión del Obispado fue apartar al sacerdote de la ciudad autónoma y enviarlo a Málaga para que reflexionara. Sin embargo, aunque en la parroquia la animaron varias a veces a denunciar ante la policía, la joven no lo hizo hasta el 23 de agosto. A la vista de la fechas, el padre Fran tuvo tiempo más que de sobra de destruir pruebas, de ahí que los investigadores...