Desde que nací en 1960 hasta que cumplí quince años, ni un sólo día dejé de oír esa palabra maldita, su excelencia por aquí, su excelencia por allá. Académicamente, la palabra excelencia tomó nuevos aires cuando la ministra popular Pilar del Castillo y sus asesores quisieron hacer una ley de educación elitista, segregadora y clasista. Es por ello, Sr. Pedro Duque, que me cago en su excelencia, con toda rotundidad, con todo alborozo, con total satisfacción.