La ganadería extensiva (también llamada tradicional) precisa de subvenciones para permitir su viabilidad económica (y poder competir con la ganadería intensiva, industrial o científica) porque es una técnica de producción ganadera muy poco eficiente en el uso de los factores de producción, la tierra, el agua, el trabajo o el capital. Esta ineficiencia tiene consecuencias en el coste social de esa producción, porque esas subvenciones se detraen de otras partidas de gasto e inversión públicas.