El 16-11, el cardenal-arzobispo de Madrid, José Cobo Cano, dictó un decreto en el que se limita el tiempo de mandato de las congregaciones de fieles, ha provocado el temor a que lo que presuntamente se pretenda es una inmatriculación oculta para que la Iglesia se quede con valiosísimos activos propiedad de dichas organizaciones. Todo viene por las dificultades de renovación que sufren estas asociaciones de fieles, que ven cómo sus integrantes tienen una edad muy elevada y, por razones lógicas, no pueden hacerse cargo de ningún cargo orgánico.