Por pura cortesía dejo en la cocina algunos condimentos básicos, como aceite, vinagre, azúcar, sal, ajos y una cebolla, pero desde que me he encontrado tres veces la cabeza de ajos convertida en siete u ocho dientes y puesta en las ventanas, me lo estoy replanteando. Y encima, cuando llamo a al gente para preguntar, me dice que los chavales tenían miedo. No me dice que sea una broma, no: que los chavales tenían miedo. Estoy por dejar una ouija encima de la mesa del salón, a ver si así no me lo pionen todo perdido...