A mediados del siglo XVII, el sacerdote jesuita alemán Atanasio Kircher, científico erudito y estudioso orientalista, concibió, proyecto y construyó una suerte de dispositivo mecánico cuyo propósito era, ni más ni menos, el de permitir a los no formados en materia musical componer melodías eclesiásticas en sencillos pasos: el Arca Musarithmica. Y es que, la máquina, mediante el uso de simples técnicas combinatorias, era capaz de producir millones de piezas de música polifónica de cuatro voces.