Un coronel del ejército soviético llamado Stanislav Petrov “salvó al mundo” en 1983. Recibió la señal de disparos de misiles desde bases de Estados Unidos. Primero uno, luego otros, hasta cuatro. Había que dar la alarma de ataque, pero el incidente que le dejó aterrorizado era extraño. Hubo mucho nerviosismo y sudor frío en la sala de control de Serpujov-15 aquella noche. Teóricamente aquellos misiles debían impactar en 40 minutos. Petrov decidió que era una falsa alarma. Entre su mente y la de los satélites, optó por la suya. Acertó.