A la mujer usuaria se la sexualiza, se la veja, se la amenaza para neutralizarla y hacerla desaparecer, para subrayarla como objeto, no como sujeto democrático con opción a la intervención en el debate público. El acoso o la violencia machista se han reproducido en la red, y se acentúan especialmente cuando la mujer participa en la actualidad informativa, como le sucede a las periodistas. Su derecho a la libertad de expresión y de información se vulnera continuamente: molestan, chirrían, su trabajo es doblemente cuestionado.