De la Rosa tuvo tiempo para vaciar aún las arcas de Gran Tibidabo, una sociedad de inversión barcelonesa con decenas de miles de pequeños inversores en su capital. Tras el largo desplume judicial se apartó de la vida pública durante muchos años hasta que la operación Catalunya le devolvió a la fama. En su primer encuentro, Villarejo se presentó con nombre falso y como un abogado vinculado al PP, deslizó también que Alicia Sánchez-Camacho, la dirigente de ese partido en Barcelona, le había hablado de él.