Una clase dominante descarriada y pervertida, embriagada de soberbia, desprecio del pueblo y vuelta no solo contra ellos, sino también contra la Nación y contra el País mismo: tal es el lamentable espectáculo que los franceses, divididos e impotentes, han presenciado durante siglos. , indignado pero resignado, sobre todo manipulado. Macron personifica hasta el último grado esta casta extravagante que no siente más que desdén por Francia y su gente. ¿Democracia, República y sus principios? No le importa. Si se aprovecha de ellos, es mejor tra