Tan solo habían pasado tres meses desde el inicio de la guerra, pero la alegría de estas niñas que se reunían con su no menos contenta madre delataba que para ellas el tiempo había pasado más lento. En septiembre de 1939 había comenzado oficialmente la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y, a pesar de que en Londres los bombardeos continuados e indiscriminados por parte de la Luftwaffe no empezarían hasta julio de 1940, todo aquel que se lo podía permitir había mandado a su seres queridos lejos de la ciudad.