El hombre se ha dado a sí mismo la herramienta más poderosa jamás concebida: la ciencia. Conlleva una inmensa responsabilidad y es una carga muy pesada, pues su fruto nos lleva al bien y al mal. Sin embargo, no tiene una ética intrínseca, pues eso depende de nosotros los humanos. Nuestras sociedades, siguen siendo tan primitivas como las de esos cazadores y recolectores que temían a la noche, incluso a sí mismos, por lo que nuestra ética es frecuentemente discutible. No podemos prescindir ya de la ciencia. Es como el genio de la botella...