Naciste, quizá, en la mejor época de la historia, y en el mejor país de la historia, para ser un simple proletario. Una época, y un país, en el que casi todos gozaban de paz y muchos de riqueza. Te proporcionaron la mejor educación, entre otras cosas, porque tus padres se negaron parte de su paz y su riqueza. Y porque coincidiste, qué suerte con los mejores maestros, cuando aun no eran tachados de “funcionarios”. Incluso, increíblemente, llegaste a la Universidad, por primera vez en la larga, larguísima, y laboriosa vida de tu familia...