Espió para los británicos, se codeó con la realeza egipcia, regentó un hotel en el desierto sirio, se propuso ser la primera occidental en visitar La Meca, fue recluida en un harén y más tarde encarcelada en la prisión de Yidda (Arabia Saudí), acusada de asesinato. En el París ocupado se enriqueció vendiendo opio a los nazis mientras su hijo menor, Jacques, militaba activamente en la Resistencia francesa. Acabó sus días de manera trágica en Tánger, donde pensaba dedicarse al mercado negro del oro.