La agresión imperialista de Rusia contra Ucrania tiene sus ecos en los debates de la política nacional. Las más de las veces de forma atribulada, extemporánea y rayando en lo ridículo. No hay actor político, mediático o cómico que no haya intentado vincular a Vladimir Putin con la izquierda política española para poner sobre ella la letra escarlata de la traición. Lo han hecho, eso sí, con escaso éxito, mucho jolgorio y una excelsa capacidad para provocar sonrojo y vergüenza ajena en quien se quiere acercar a la realidad de una manera honesta.