Son casos de mujeres que atraviesan una fuerte depresión que les hace creer delirantemente que, con el asesinato, hacen un favor a sus hijos, explica José Gil. «Los matan por compasión, para liberarlos de sufrimientos futuros», asegura. Esto explica según el investigador de la Universitat de València, los métodos utilizados para acabar con sus vidas, que suelen ser fármacos que los adormezcan o la liberación de gas, y casi nunca instrumentos traumáticos, cuchillos o armas de fuego.