En los pueblos, a menudo, la profesión –hecha apelativo– se posterga por encima de la persona, de la herencia o de la genética. El ‘de quién eres’ marca irremediablemente el presente (y futuro) de las familias. “Una persona muy agradable, buena gente, que a menudo se metía en mil fregados”, cuentan los vecinos. Con la mala suerte de sufrir un accidente mortal el pasado fin de semana, en su propio negocio y a manos, tristemente, de su mujer. Aunque ella no tuvo la culpa, fue él, quien, sin querer, se clavó un cuchillo en el pecho.