Comparar el microbioma de los pastores mongoles con muestras de personas que consumen una dieta más industrializada en otras partes del mundo podría traducirse en valiosos conocimientos sobre lo que hemos perdido y cómo recuperarlo. La identificación de las especies que faltan podría perfeccionar las terapias del microbioma humano y añadir una dosis necesaria de ciencia a los probióticos.
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Una delicia perdida ya en la memoria.
Pues yo si soy capaz de decirlo, intentalo sílaba a sílaba.