Los altos niveles de ozono destruyen la señal química de apareamiento de los insectos y, por lo tanto, pueden contribuir a la disminución global de insectos.
Un equipo de investigación del Instituto Max Planck de Ecología Química en Jena, Alemania, demuestra que los niveles elevados de ozono resultantes de la contaminación del aire antropogénica pueden degradar las feromonas sexuales de los insectos, que son señales cruciales de apareamiento, y por lo tanto impiden una reproducción exitosa.
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