No hay tiempo que perder

Lo que llamamos tiempo es la forma que tenemos de interpretar la sucesión de acontecimientos que nos rodea, no existe como ente físico más que en nuestra percepción.

No pesa, no huele, no tiene energía y carece de magnitud. Por más fechas que pongamos no tiene unas coordenadas a las que desplazarse.

Y no existe porque para "movernos" a través del tiempo no experimentamos ninguna resistencia, como sí la experimentamos al movernos por el espacio, hemos de invertir una energía en ese segundo caso.

Pero la sucesión de cambios que interpretamos como tiempo sucede nada más en los tres ejes del espacio. Y yendo a la relatividad, si por cualquier resistencia en el espacio el ritmo de todos esos cambios, desde la órbita de un electrón, se ralentizan percibiremos que el "tiempo" transcurre más lentamente comparado con el de otra ubicación donde no exista esa resistencia. Pero no estamos dilatando nada fuera del espacio que experimentamos. No hace falta el tiempo en ningún punto para explicar la realidad.

Sucede que nos gusta mucho confundirlo con el espacio, y no sin razón. Se le ha llamado cuarta dimensión, que es lo mismo que poner un peluche de bob esponja al lado de tres galgos. Y comparamos constantemente medidas de tiempo y espacio para establecer la velocidad, ya no hace falta ni entrar en la aceleración.

¿Pero qué medimos cuando medimos tiempo? ¿Qué miden entonces los relojes? Pues podemos remontarnos al principio. A lo indio, por ejemplo: hace tres lunas, dentro de tres lunas, o soles, los cuerpos celestes. El reloj de sol igual. Los de arena y similares. Luego viene la estandarización de medidas con el segundo, etc, relojes de agujas mecánicos, digitales basados en la oscilación de un cuarzo , hasta los más precisos relojes atómicos. Al final desde cierto punto de vista todo es un péndulo.

Lo que hacen en realidad los relojes es poner en relación dos medidas de espacio. Con el cuentakilómetros se ve más claro, si yo voy a 100 km por hora quiere decir que voy a recorrer 100 km en el tiempo que la tierra completa una 24ª parte de su giro respecto al sol, aproximadamente.

Estoy poniendo en relación dos medidas del mismo género para poder tener una noción, porque las cosas por sí solas no son ni pequeñas ni grandes, lo son en relación algo. Al fin y al cabo eso es lo que significa relatividad.

Sucede que a nuestra medida de referencia la hemos dotado de un estatus especial hasta el punto de pensarla e interiorizarla como una medición de cosa de otro género distinto hasta conferirle incluso entidad física.

Y aún los modernos relojes atómicos están hechos de materia porque no hay otra cosa con la que hacer las cosas y están sometidos a las fluctuaciones que en la relatividad se predicen. Pero no, no se curva ningún tiempo. Lo de convertir el espacio tiempo en un medio por un lado ayuda pero no termina de sacar el tiempo de la ecuación y también confunde. Por eso digo que el tiempo es infinito, porque no existe. Y lo digo porque el infinito, por mucho que Cantor quisiera buscarle los tres pies al gato, tampoco existe. A las cosas que sí que existen las definen sus límites, es importante no confundir abstracciones mentales con las cosas que sí que son palpables y empíricas.

Al final no cambia nada, la mayoría seguiremos agobiados por llegar a la hora al trabajo por más que no exista tiempo alguno, pero la forma de interpretar el conocimiento forma a su vez parte de ese conocimiento y es clave para hacerlo crecer. Pero esto no es nada nuevo, ya lo explicaba Einstein hace muchos años en una misiva de duelo a la viuda de un amigo, venía a decir que todos los físicos saben que el tiempo no existe aunque es una ilusión persistente. Tal vez sea que se nos ha olvidado.

Mis condolencias a todos los fans de regreso al futuro. Huelga decir que con nuestro conocimiento actual de la física no tiene ningún sentido un viaje que llega a su destino antes de ser emprendido, por muy rápido que vayas y muy tuneado que tengas el buga. No existe tampoco ningún pasado al que volver, es el constituyente fundamental del presente en el que deviene trasmutándose. Del mismo modo que no existe ningún futuro más que como expectativa, por un imperativo dada la constitución del presente. Otra cosa es que bajo la ley de la causalidad se puedan hacer estimaciones más o menos precisas, pero aún no existe futuro alguno por seguro que sea. En lo que sí que creo es en el presente que es de donde yo extraigo la experiencia del medio que me rodea, ése es todo el tiempo que existe que en realidad es ninguno.

La buena noticia por lo tanto es que el tiempo en sí mismo no se nos va a terminar. Pero el problema es el mismo: el planeta dejará de ser habitable para nuestros organismos, no dejarán de caernos pedradas con el potencial de arrasar con toda la faz de la tierra y se apagarán las estrellas. Si es que todavía existen. Y la luz es un gato de escayola para las distancias que tenemos que recorrer. Así que no, por más que sea infinito que es lo mismo que no ser, en realidad no hay ningún tiempo. Y sobre todo, no hay tiempo que perder.