El paganismo era un mundo plagado de simbolismo, y en él, la sexualidad jugaba un papel principal. El sexo para los paganos no suponía ningún tabú, ni generaba ningún tipo de pudor. Sin embargo, con la llegada del cristianismo, todo lo que tenía que ver con la sexualidad cambió de forma radical. Los vikingos eran seguidores del modelo del sexo único, que se basaba en la creencia de que las mujeres y los hombres representaban dos formas distintas de un solo sexo esencial, es decir, que las mujeres y los hombres compartían la misma estructura.
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