En 1918 nacieron o renacieron cerca de una decena de estados en Europa, además de haber casos especiales como el de Finlandia o Georgia, que tuvieron una existencia efímera y desaparecieron muy pronto para volver a existir más tarde. Mientras la Europa occidental permanecía casi inalterada, la oriental se deshilachaba para dar territorio y bandera a naciones cuya importancia histórica era innegable y que por fin cristalizaban en forma de país independiente. Polonia, Hungría, Austria, Estonia, Letonia y Lituania...
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