Muchos de ellos fue porque llegaron tarde al campo, en el último año y superaron la selección, en esa época la mayoría de los deportados iban directamente de los trenes a las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau. Al estar menos tiempo pudieron soportar las condiciones infrahumanas. La urgencia de narrar lo inenarrable, explica Wachsmann se agudizó aún más tras la liberación, pues muchos de los supervivientes lucharon por describir crímenes que parecían superar al lenguaje y desafiar a la razón”.
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