Hay quien dice que el progreso no existe, que nada cambia nunca, que todos vivimos en un continuo bucle de repeticiones consensuadas y rutinas indiferentes, que el río de Parménides es siempre el mismo río. En realidad no, claro. En realidad estamos constantemente cambiando, mutando y transformándonos. Cada experiencia que acumulamos nos cambia y nos reconstruye a cada minuto como una nota nueva en una partitura, un ladrillo distinto en un edificio o un sabor desconocido en una cerveza. Aunque no queramos, estamos renaciendo continuamente, desd
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