La elevación del fútbol al altar, la actitud de tantos millones de personas cuyas ilusiones no se extienden un centímetro más allá de los márgenes del césped, nos ha sorprendido en un páramo intelectual. En un país cuya inmensa mayoría solo se ocupa del ejercicio físico, una sociedad de espartanos en la que todo el mundo va al estadio o corre por la calle, pero en la que casi nadie lee. En la que el balón es el denominador común de casi toda la educación infantil y de todo el tiempo de ocio de los pequeños. Como simple ejercicio físico,...