A Sara Mesa (Madrid, 1976) es mejor no llamarla «poeta». Ni poetisa. Accede a lo de «escritora», aunque baja los párpados con pudor al conceder. Lleva diez años en el oficio, siete libros publicados (La sobriedad del galápago, No es fácil ser verde, El trepanador de cerebros, Un incendio invisible, Cuatro por Cuatro, Cicatriz y Mala Letra), pero no se quiere hipotecar, ni sentirse intrusa.
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