No es la sal gorda en la que se guardan los jamones de la matanza invernal; o la sal fina que le echas a la barrita de tomate de cada mañana. La sal rosa budista del Himalaya se extrae de unas minas localizadas en Punjab, en Pakistán, donde es conocida como “oro blanco”. En Estados Unidos, uno de los países donde se ha popularizado, grandes cadenas como Amazon o Walmart venden sal rosa del Himalaya a un precio que puede llegar a ser 20 veces mayor que el de la sal convencional.
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