Los días pasan monótonos y la vida es tranquila en el castrum. Estas palabras pueden parecer impropias de un legionario del ejército más imponente y temido del mundo pero son la realidad. Después de los grandes esfuerzos empleados para someter a los indígenas que dicen llamarse Cántabros y Astures, en nuestro castrum de Pisoraca se respira una calma tensa. Uno nunca puede estar seguro de las intenciones de estas gentes tan guerreras que se resisten a someterse a las leyes de Roma.Pero calma no significa ociosidad… Nosotros, los milites, nos...
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