Nuestro estudio muestra que los segmentos más privilegiados de la ciudadanía catalana eran aquellos que apoyaban principalmente la secesión, mientras que la ciudadanía más pobre y desprotegida estaba claramente en contra. Todos los datos apuntan a la conclusión de que el desafío secesionista era, de hecho, una rebelión de las personas más ricas y bien situadas.
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