Existen dos tipos básicos de conocimiento: el objetivo y el subjetivo. Este último, por definición, es interno y no transmisible; una experiencia personal que se puede describir pero no compartir como una sensación, un sentimiento o un éxtasis. Por eso y por esencia el conocimiento científico del universo es únicamente el objetivo, el que se puede transmitir: aquello que permanece igual con independencia de quién es el que lo observa y que puede por tanto transmitirse entre personas sin deterioro.
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