La planta de energía geotérmica Hellisheidi, en Islandia, es la instalación de su tipo más grande del mundo. Proporciona la energía para la capital, Reykjavik, mediante el bombeo de agua que calientan los volcanes y así activar turbinas. Pero el proceso no es completamente limpio ya que también libera gases volcánicos, como el dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno de olor desagradable. En la naturaleza, cuando basalto se expone a dióxido de carbono y agua, se producen una serie de reacciones químicas y el carbono precipita en un mineral...
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