Las fotografías tomadas por los observadores son fiel testigo tanto de su pericia (portaban aparatos pesados sobre aviones frágiles) como de la devastación a la que la Primera Guerra Mundial sometió al frente occidental. Cráteres, trincheras y pueblos destruidos: los efectos de un conflicto estable, sin grandes cambios (pero grandísimas bajas) se observaban de mejor modo a miles de metros de altura. Esas fotografías han sobrevivido a su tiempo y hoy, cien años después de que fueran tomadas, sirven de fascinante testigo a un conflicto cruento...
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