La historia de Bohórquez combina la picaresca típica de la España de entonces -ésa que quedó patente en el Lazarillo de Tormes, el Guzmán de Alfarache o el Buscón, por citar sólo los libros más afamados- con cierta épica burlesca que la entroncaría más con El hombre que pudo reinar de Kipling. Porque el tipo no dejaba de ser un caradura, un buscavidas nacido en Arahal en 1602, dicen que seguramente de origen morisco, y al que, pese a ser de extracción campesina, los jesuitas enseñaron a leer y escribir en su escuela gaditana.
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