El Bosco, misterioso, quizá herético, mostró las fantasías, angustias y anhelos humanos de una manera básica y primitiva protagonizada por seres híbridos e imposibles. Brueghel, moderno y caricaturesco, humanizó el pecado y lo hizo carne. Mostró democráticas e igualitarias formas cotidianas del ejercicio de la maldad.
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