Son tantas las opciones que el escritor tiene para presentar a un personaje de una manera rutilante, son tantas y tan desproporcionadamente increíbles las historias que componen la vida de una sola persona, que el abrumado escritor se paraliza. Esto es lo que ocurre, lo que me ocurre a mí, con un tipo nacido con el nombre de Jalacy Hawkins, en Cleveland, allá por 1929, posteriormente conocido como Screamin’ Jay Hawkins, bluesman.
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