El nuevo fósil sugiere que al menos algunas de las primeras Formicidae eran depredadoras especialistas solitarias. El ejemplar exhibe un cuerno prominente y mandíbulas de gran tamaño que se extendían por encima de la cabeza. Estas estructuras supuestamente funcionaban como una trampa altamente especializada para presas de gran tamaño. El cuerno es resultado de una modificación extrema del clypeus, inédito entre las hormigas vivas y extintas.
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