Sí, debe llamar la atención de quien devora horas y horas de TV siguiendo los Paralímpicos que en ningún momento el comentarista presente a un atleta sordo y sí a otros cientos con deficiencias físicas, mentales o sensoriales. En realidad, esto no es una novedad. Más bien, se trata de una cuestión histórica, un arrastre desde Seúl 1988, la primera vez de los Juegos Paralímpicos de verano. Y no se trata de un motivo, sino de dos (o de algunos más, en realidad)...
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