La sociedad romana en la Antigüedad se caracterizaba por el dominio casi absoluto de los hombres en casi todos sus aspectos. Masculina era la todopoderosa figura del “pater familias”, autoridad absoluta dentro de la familia. Incluso en los hogares más acomodados las mujeres carecían de una educación formal. Debían aprender a ser buenas amas de casa, buenas hijas, esposas y madres. Las letras y las ciencias les estaban vedadas y por supuesto, la mujer no podía acceder a cargos públicos, ni administrativos.
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