Una de las palabras mágicas para vender pastillas o suplementos en los últimos años es antioxidante. El marketing alimentario ha hecho que nos sintamos como un trozo de hierro herrumbrado y que solo vamos a recuperar el aspecto juvenil y lozano a base de atiborrarnos de los dichosos antioxidantes. ¿Realmente vale la pena la inversión? ¿Sirven para algo?
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