Tras el suceso protagonizado por el inefable asunto de “El Hijo de Perra Adoptivo”, transcurrió una buena temporada de templanza represiva durante la que la censura, aquella gente de las tijeras y el lápiz rojo, se contuvo en una especie de vigilancia benevolente. Se trataba, sin embargo, de un maquillaje circunstancial para confiar a la gente de buena fe como nosotros porque, de pronto, se dispararon todas las alarmas...
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