A principios de los años 90, las barreras entre géneros aún estaban muy marcadas. Entre los metaleros más cerriles, el que abriera el concierto una banda de hard rock fue visto con antipatía, hasta el punto que unos cuantos descerebrados empañaron su actuación dedicándose a tirarles vasos. El grupo aguantó el tipo con profesionalidad, pero cuando lo que cayó cerca de Ian Astbury fue un bocadillo, el cantante no pudo morderse la lengua. “No tratéis la comida como si fuera mierda, hay mucha gente que se muere de hambre”.
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