A veces no basta con tener una gran idea literaria; si fuera así, probablemente a todos los lectores les sonaría el nombre de Matteo Bandello. El problema es que también hay que saber moldearla, dar con ese resorte que convierte las palabras en magia; y ahí es donde falló ese piamontés que vivió entre los siglos XV y XVI, y que quizá se daría de cabezazos al saber que los argumentos de algunas de las obras maestras de la literatura de ese período salieron de su mente, sólo que Shakespeare supo versionarlas con el genio que él no tenía.
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