La estampa fue la comidilla de muchos madrileños. Cuatro gotas… y el caos: un monumental atasco en varios de los principales accesos a la capital. Trayectos que habitualmente se realizan en 15 o 20 minutos se alargaron hasta la hora y media. Y las críticas contra la gestión por parte del Ayuntamiento se sucedieron. “Tendemos a pensar que la solución pasa por ampliar las vías o crear nuevas carreteras. Sin embargo, estas actuaciones acaban por atraer nuevos flujos de tráfico que, en un periodo breve, colapsan de nuevo las carreteras".
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